lunes, 6 de noviembre de 2017

Advocatus diaboli

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Explica la sabiduría popular de mi ámbito territorial de actuación el perfil de “abogado del diablo”, advocatus diaboli, como ese clérigo docto en el ordenamiento jurídico canónico, que antaño actuaba de “pepito grillo” en los sumarios de los candidatos a santos o beatos. Pero muy al contrario de lo que pudiera parecer, es decir en el equipo de los que no querían santificar al sujeto en cuestión, la realidad era otra, puesto que parece ser se encargaba de amparar la legitimidad de las dignidades del presunto santo. Te cuento lo anterior porque en el fin de semana pasado he estado re-hojeando el texto de T. Kelley, The Ten Faces of Innovation: Strategies for Defeating the Devil's Advocate and Driving Creativity Throughout Your Organization[1], que traducido[2] es algo así como “Las diez caras de la innovación: estrategias para derrotar al abogado del diablo y conducir la creatividad”. Y del re-hojeo concluyo que Kelley redefine al abogado del diablo como esa persona que defiende una posición en la que no necesariamente cree, o a que presenta a otro un argumento contra una posición en la que sí cree. En todo caso, ese proceso permite comprobar la calidad del argumento original e identificar las debilidades de su defensa. Coincido con el autor en que el papel del defensor del diablo es casi universal en los negocios de hoy, permitiendo a las personas salir de sí mismas y plantear preguntas e inquietudes que efectivamente destripan nuevos proyectos e ideas, sin reclamar ninguna responsabilidad personal. 

Nada es más potente para sofocar la innovación, como señala Tom Kelley, en su texto “Las diez caras de la innovación”. Tom ha observado una serie de funciones que las personas pueden desempeñar en una organización para fomentar la innovación y las nuevas ideas, al tiempo que ofrece un contraataque eficaz para los detractores. Entre estos enfoques están el “antropólogo”, esa persona que va al campo para ver cómo los clientes usan y responden a los productos, para llegar a nuevas innovaciones. También se encuentra el “polinizador”, que mezcla y combina ideas, personas muy dispares y tecnologías, para crear nuevas ideas que pueden impulsar el crecimiento. El siguiente perfil que enumera Tom es el corredor de obstáculos o “vallista”, que busca maneras de superar los límites y desafíos de cualquier situación al instante. Siguiendo con los perfiles descritos por el autor, el siguiente es el “colaborativo”, esa rara avis que antepone el equipo sobre el individuo, que, con el interés de hacer las cosas (y hacerlas bien), intenta mover a las personas para formar equipos multidisciplinarios, disolviendo los límites tradicionales dentro de las organizaciones y generando oportunidades para que los miembros del equipo asuman nuevos roles. Otro perfil es el “directivo”, que dispone de una perspicacia aguda del panorama general, con una firme comprensión del pulso de su organización. A través del empoderamiento y la inspiración, la persona en este rol motiva a quienes le rodean a tomar el centro del escenario y aceptar lo inesperado. 

Seguidamente nos encontramos con el “arquitecto de la experiencia”, perfil centrado en la creación de experiencias individuales notables, facilitando encuentros positivos a través de productos, servicios, interacciones digitales, espacios o eventos. Diseña cómo convertir algo común en algo distintivo. Por su parte, el “diseñador de conjuntos” escruta todos los días oportunidades para animar su espacio de trabajo, promoviendo culturas energéticas e inspiradas para crear ambientes de trabajo que celebren al individuo y estimulen la creatividad. Para mantenerse al día con las necesidades cambiantes y fomentar la innovación continua realiza ajustes en un espacio físico para equilibrar las oportunidades de trabajo colaborativas. Por su parte, el “cronista” captura la imaginación del equipo con narrativas convincentes de iniciativa, trabajo duro e innovación, yendo más allá de la tradición oral para trabajar en el medio que mejor se adapte a sus habilidades y mensajes: vídeo, narrativa, animación e incluso historietas. Al enraizar sus historias en autenticidad, este narrador puede inspirar emoción y acción, transmitir valores y objetivos, fomentar la colaboración, crear héroes y dirigir a las personas y organizaciones hacia el futuro. Finalmente tenemos al “custodio”, base de la innovación impulsada por el ser humano, que a través de la empatía, trabaja para entender a cada cliente individual y crear una relación, guiando al cliente a través del proceso para proporcionarles una experiencia cómoda y centrada en el ser humano[3]
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[1] Kelley, Tom. The Ten Faces of Innovation : IDEO's Strategies for Defeating the Devil's Advocate and Driving Creativity Throughout Your Organization. Editorial Currency/Doubleday. 2005.
[2] Con mi inglés de los Montes de Málaga.
[3] Este texto también se ha editado en el sitio BOOKPOST, bajo el título "Las diez caras de la innovación" (Fuente de la imagen: mvc archivo propio).