jueves, 29 de septiembre de 2016

Política vulgar

Fuente de la imagen: rvs/2015
Dentro de poco hará un año del texto “Conciencia moral[1], donde en referencia a la situación política de mi país en aquellos momentos, me preguntaba si los líderes políticos españoles tienen conciencia moral o, por el contrario, son resultado de laboratorios, planteándome si estos nuevos políticos disponen de la capacidad para detectar y conceptuar acerca de la permisión o deshonestidad de sus actos y de los actos y las omisiones de los que pretenden representar, desentrañando la malignidad y la misericordia predicable de dichas conductas, tanto las suyas como la de los demás. Como es fácil deducir, la política vulgar llegó hace tiempo a España para quedarse.

También, parafraseaba a Carlos Portillo Fernández en su material para la ESO[2], cuando expresaba que en estos momentos más que nunca estos políticos y políticas de nuevo cuño deben empeñarse con pasión en ser morales porque deben saber elegir bien, sentir que tienen posibilidad de seguir caminos diferentes en su vida y, sobre todo, condicionar positiva o negativamente la nuestra, dándose cuenta que sus acciones tienen consecuencias y la conciencia de estas consecuencias es la base del aspecto de su moral, posible futuro motor de materialización o destrucción de las expectativas de sus votantes y, por derivación, de la de todos los españoles y españolas.

Y es que, después de informarme ayer la penúltima inquisición sobre la situación del PSOE, Pedro Sánchez, Felipe González, Susana Díaz, la ejecutiva, las dimisiones… y no olvidar los casos de corrupción que salpican tanto a ese partido como al PP y, en menor medida, a otras organizaciones políticas, volví a pensar en esa conciencia moral de los líderes políticos españoles, lejos de la rectitud moral, la veracidad moral y la certeza moral. Apuntaba rectitud en el sentido de esa actitud de los candidatos de búsqueda del bien y de la verdad de forma coherente entre lo que piensan y su correspondencia con la realidad.

Igualmente, veracidad, entendiendo que la conciencia subjetiva de esos candidatos debe conformarse o tratar de ajustarse a una moral objetiva y siendo conscientes que todo juicio moral que no conduzca a ese estadio objetivo supone una falsa conciencia. Certeza en el camino de la adhesión firme o asentimiento superando la probabilidad de duda pero sin excluir su posibilidad, pudiendo emitir los candidatos juicios subjetivamente sin dudas pero equivocados objetivamente. La imagen que acompaña a este post ya la utilicé en el texto “El cascabel al gato[3], cuando me preguntaba ¿Quién le pone en España el cascabel al gato? con los políticos Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera como ratoncillos.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Conciencia moral. 2015. Sitio visitado el 29/09/2016.
[2]  Si quieres acceder clickea AQUÍ. Sitio visitado el 29/09/2016.
[3] Velasco Carretero, Manuel. El cascabel al gato. 2015. Sitio visitado el 29/09/2016.