martes, 8 de septiembre de 2015

Enseñar a bailar a Málaga Valley

En “Suerte les deseo[1], te apuntaba el texto de James A. Belasco[2]: “Enseñar a bailar al elefante”[3], imagen que incluyo en el encabezamiento del post de esta mañana. Ayer volví a recordarlo cuando, vía Alejandro, llegué al artículo del informático y fundador de Virustotal, B. Quintero (@bquintero), publicado en Diario Sur, “El elefante digital en Málaga[4], sobre la situación del Silicon Valley malagueño"[5] y el Polo Digital en la ciudad donde trabajo, proyectos que otros, en línea con lo argumentado por Bernardo, ya consideran fracasos estrepitosos y cementerio de paquidermos a su "selectivo club". 

Describe Quintero la degradación que, en torno a esos proyectos, las tecnologías están sufriendo tanto en la universidad como en la empresa, ante la impasibilidad y connivencia de sus promotores y allegados, dedicados a lobby exclusivo de sus intereses profesionales, mientras vocean a diestro y siniestro el excelente clima de la capital y la oferta de mano de obra barata que ellos mismos se encargan de promover y ciertas consultoras y mal llamados headhunter comisionan, haciendo negocio con la “carne humana” de becarios, quinientoeuristas... 

Lo que no le ha dado tiempo a expresar a Quintero es que ese escenario que registra el colectivo de profesionales a los que se dirige (informáticos, telecos…), es calcado al de otros sectores de experticias (ADEs, Derecho…), también producto laboral de los mercadillos de empleo auspiciados por organizaciones empresariales, corporaciones de derecho público, algunas entidades sindicales y, por supuesto, la propia Universidad. 

Rescatando las enseñanzas de James A. Belasco en su libro y adaptando e interpretando ese conocimiento, recomendaría a todas aquellas personas que piensan como Bernardo, entre las que me incluyo, que una vez visualizado claramente el contexto, muy bien descrito en el artículo de referencia, con las actuaciones de las personas implicadas, el personal en todos los niveles[6], se centre en crear un mañana distinto, poniendo en valor su trabajo y el de quienes coordinan, enseñan, asesoran o dirigen. 

Como razona Belasco, la visión imprimirá la diferencia y las actuaciones marcarán el ritmo del elefante, siendo la gente la clave de ese cambio y la nueva cultura que se respire en todas las capas del tejido económico y social de Málaga, será esencial en el proceso. Deseo fervientemente que esa corriente de desesperación preñada en el artículo comentado, empuje al elefante a salir de la habitación de Bernardo, comience el baile escrito por James y los presuntos líderes de esos proyectos se den cuenta que las agendas ocultas (sí, esos dietarios enunciados en "Cartas boca arriba"[7]) de los miembros de sus clubes y polos son el verdadero problema.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Suerte les deseo. 2013. Sitio visitado el 08/09/2015.
[2] Sí, Velasco, con “B”) que compré en 1992.
[3] Belasco, James A. Enseñar a bailar al elefante. Plaza & Janes. 1992.
[4] Quintero, Bernardo. El elefante digital en Málaga. Diario Sur. 2015. Sitio visitado el 08/09/2015.
[5] Velasco Carretero, Manuel. Silicon Valley malagueño. 2006. Sitio visitado el 08/09/2015. El club que te describí hace casi nueve años  localizado en Málaga, España.
[6] Desde el buscador de empleo hasta el experto colaborador, pasando por el docente y el formador.
[7] Velasco Carretero, Manuel. Cartas boca arriba. 2008. Sitio visitado el 08/09/2015.