miércoles, 29 de enero de 2014

"Sí puedorl"

Fuente de la imagen: RyanMcGuire en pixabay
La última nota del cuatrimestre llegó bien entrada la tarde de ayer. La mañana me pilló en una reunión de trabajo en Granada y, a riesgo de ser descortés con los congregados, aprovechaba los recesos para consultar la plataforma virtual de la universidad, pero nada de nada. Ya en Málaga, el mensaje de una compañera en el grupo de Facebook me puso en alerta y corrí desesperado. Objetivo cuatrimestral cumplido. Ha sido duro, pero mientras más cuesta, más gratificante es el resultado (siempre que sea positivo, se entiende). 
Es curioso como aquellas disciplinas en las que, sobre la marcha, me ilusioné en (o soñé con) obtener algún sobresaliente, la valoración final se ha encontrado por debajo de las expectativas generadas durante el estudio y, por el contrario, materias en las que me hallaba tenso, ya fuera por su peso, dificultad, extensión o entendimiento, ofrecen un rendimiento final que me ha sorprendido gratamente.

Pero, retrotrayéndome al principio, dado el dilatado tiempo que no afrontaba un reto universitario de esas características, unido a que conforme se cumplen años, si bien se razona distinto, la capacidad de retención también es distinta que cuando tenía dieciocho primaveras, sin olvidar el inconveniente del trabajo profesional y dedicar tiempo a la familia y el necesario descanso, conformaron el objetivo inicial de aprobado raspado y me daba con un canto en los dientes si lo conseguía. Craso error. Como decía Tomás, profesor de Derecho Procesal, hay que ponerse metas ambiciosas ¿Por qué no una matrícula de Honor? Tal vez, el quid de la cuestión se encuentre en el equilibrio entre potencialidad y esfuerzo, lo que deriva en que, por ejemplo, un cinco, aunque no compute para la beca de Wert, pueda considerarse satisfactorio (o no). Por tanto, eso de estudiar sólo para aprobar, por muchas excusas que enumere, ya sea trabajo, edad, familia, etc., no es buen planteamiento. 

Como estudiante debo visualizar rendimientos afanosos que propicien notas excelentes y ante contingencias e imprevistos, garanticen, al menos, el aprobado, como mal menor. También, me ha quedado meridianamente claro que el día a día, ese rutinario ardor y perseverancia que se imprime periódicamente, a lo "run run del parqué", genera un desmedido provecho global que irremediablemente afecta positivamente a la nota final y destroza las psicológicas trincheras mentales del tipo “no puedorl” (“puedorl”, vocablo atribuido a “Chiquito de la Calzada”). Finalmente, como “no puede ser” de otra forma, dedico las calificaciones obtenidas a la sufridora familia, a la tutora Mirian, al manojo de buenos profes, a mis compis de pupitre y, por supuesto, a ti, que me acompañas en este momento (Fuente de la imagen: elgif.com, conforme a las normas de uso descritas en su página web). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: RyanMcGuire en pixabay.