viernes, 30 de julio de 2010

Ésta será tu casa

Placa que guardo en mi casa como oro en paño y que me la dieron en marzo de 1998 en Úbeda, Jaén (España), como despedida de mi etapa en FACEP
Hola, va siendo costumbre la expresión “día ajustado el de ayer”, pero así fue. Después de una fuerte sesión de trabajo multidisciplinar, a mitad de la mañana asistí al desarrollo en directo del programa de radio de Onda Cero en las instalaciones del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Málaga, Sierras de Málaga y Pasas de Málaga[1], donde se habló de vino y fotografía, en relación al proyecto Alvinofoto. Después, más gestiones telefónicas, correos e informes. Me pasé por un restaurante a saludar a una persona que aprecio y por la tarde, caminando de nuevo por calle Larios (Málaga, España), me encuentro con otra persona que también estimo, que la conozco desde hace dos décadas y que, en algunos periodos, hemos tenido caminos profesionales similares, por no decir iguales.

Venía cabizbaja y propuse tomar un café[2]. Después de un dilatado tiempo colaborando en una organización empresarial, donde a base de realizar un decente trabajo, atesoró un manojo de buenos contactos, se dedicó a la actividad profesional de su especialidad, acrecentando su red profesional, hasta el punto de ser un importante intangible. Posteriormente, se incorporó a una entidad de presunto prestigio en su ámbito local de actuación y aportó su cartera de contactos. Cuando empezó a difundir el nuevo modelo comercial entre su red, la mitad de ésta, desgraciadamente, conocía ya la estructura donde se había integrado, declinando participar en el nuevo proyecto. La otra cuarta parte no aceptó el condicionado mercantil: precios de los servicios profesionales muy ajustados, variables muy complicados y formas de pago de otras galaxias. 

El resto languideció. A los tres meses, su valorada red de contactos se había difuminado, por no decir espantado. Aguantó unos meses más debido a un proyecto que se le asignó y a dos proyectos que ella misma trajo. Al año, una vez cerrada la cuenta de resultados, por cierto, con beneficios, dejó el proyecto. Se fue a la calle sin derecho a paro y, sobre todo, con una red de contactos defenestrada totalmente. Por suerte, el Sol sale al día siguiente. Los que la conocemos, sabemos que no fue culpa suya, sino de las circunstancias que le tocó vivir y que fue afectada por el dicho "no es oro todo lo que reluce". Le hemos ayudado y poco a poco está renaciendo de nuevo. Sorpresivamente, muchos de sus contactos, al enterarse de su nueva situación, le están ofreciendo su nombre y su apoyo. 

Pero ¿Por qué estaba triste? Había sido despedida con la típica palmadita en la espalda y la presunta hipócrita frase “Ésta es tu casa”[1]Yo he vivido esas situaciones y en algunos casos constato que la frase es verdad. Si escrutas mi historial profesional, detectarás que he trabajado dos y hasta tres veces con empresas que la primera vez me trasladaron esa expresión. Si eres un sufrido lector de este blog, para refrescarte la memoria, te dejo una imagen de una placa que guardo en mi casa como oro en paño, que me la dieron en marzo de 1998 en Úbeda, Jaén (España), como despedida de mi etapa en FACEP: “Manolo, ésta será siempre tu casa”. Cuando me he encontrado con un socio proactivo o representante de una de las ocho asociaciones de esa institución, créeme, me he sentido como en casa. 

Sin embargo, mi amiga conocía suficientemente su ex-organización como para percibir lógica hipocresía en el enunciado. Sabía que por detrás, probablemente, dirían lo que les interesara al equipo directivo decir para salvaguardar y  justificar su estilo de dirección ante su consejo, ya fuera en una nota de prensa o en un cuchicheo de pasillo. Reitero ¿Por qué estaba triste? El motivo de su tristeza se encontraba relacionado con lo que presuntamente pensaban dos ex-colaboradores suyos acerca del motivo de su partida. En mentideros de buena tinta le habían comentado que dichos individuos, a los cuales ella profesaba respeto y aprecio, iban diciendo que fue contratada por la entidad debido a su red de contactos y que esta telaraña profesional había sido un ¡bluf! 

Le daba igual lo que dijera la entidad, porque el sector conocía suficientemente a esa organización, pero le afectaba lo que supuestamente pensaban esas dos personas que ella quería. ¿Cómo intenté ayudarla? Si en verdad lo contado le afectaba, le trasladé que lo mejor era hablar con esas dos personas y, mirándoles a los ojos, expresarles lo que me estaba diciendo a mí, sobre todo en la parte que les implicaba a ellas directamente. Lo que pasara después, siempre sería bueno. Que tengas un reparador fin de semana. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Te dejo una foto de un instante.
[2] ¿Para qué están los amigos?
[3] Ella lo sabía. No te confundas