martes, 20 de mayo de 2003

¿Producir y satisfacer globalmente?

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Según George A. Steiner[1], no existe ninguna fórmula para determinar el conjunto de intenciones de una empresa, ya que puede variar un detalle de una a otra y de un momento a otro. Desde hace mucho tiempo, los seres humanos comenzaron a formar grupos organizados para alcanzar destinos y empeños que no podían lograr como individuos. Desde hace también bastante tiempo, el fin de estos grupos era la creación de un superávit. La maximización del beneficio fue considerado por la Teoría Clásica de la Administración como el fin fundamental al que deben cabalgar las unidades económicas de producción. Poco a poco se comienza a tener en consideración las incertidumbres existentes en el mundo real. De esta forma, aparece, a principios de los años treinta del siglo XX, una corriente de pensamiento económico con dos aspiraciones fundamentales: producir y satisfacer. 

Se pasa, por tanto, de una empresa cerrada al exterior, fayoliana y tayloriana, a una empresa también cerrada pero donde existe el “hombre social”. La situación económica y social de los países desarrollados después de la Segunda Guerra Mundial, hace evolucionar los objetivos de la empresa hacia la consecución de un crecimiento económico en coordinación con la sociedad (la organización como sistema abierto), pero volviendo a algunos de los principios de las sociedades empresariales clásicas, como puede ser la idea de “actor racional”. Si de cara a la Sociedad el beneficio no es ya el hito único de la empresa, se abre una puerta para que las corporaciones asuman diversos tipos de responsabilidades sociales. En este sentido, una parte importante de los estudiosos apuntan la necesidad de alcanzar un equilibrio apropiado. Los objetivos y fines realistas son los más preferibles.

Desde finales de la década de los ochenta del siglo pasado, existía una tendencia a considerar a la empresa como un sistema abierto e integrado con el resto de los sistemas de la propia sociedad. Por otro lado, este sistema, a su vez, está compuesto de unos subsistemas, los cuales también se encuentran integrados. Penetrando y envolviendo a todo el conjunto se descubren las ideas relacionadas directamente con la responsabilidad social corporativa (RSC), de nuevo, tan de moda en el siglo XXI. Los teóricos de la empresa nos dicen que actualmente la idea de “aldea global”, apoyada en los recursos tecnológicos, fundamentalmente Internet, se está extendiendo al concepto de administración de las organizaciones empresariales. En este contexto, la cultura debe tener un papel predominante en la gestión de esta administración y en la consecución de su fin esencial ¿Cuál es éste? ¿Producir y satisfacer, ahora, globalmente?[2].
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[1] Steiner, George A. Strategic Planning. Ed. Macmilan. 1979. 
[2] Imagen incorporada posteriormente; fuente: mvc archivo propio.