Fuente de la imagen: sipa en pixabay |
Pero aún así, denoté el erre que erre de la posposición, hasta el punto que le trasladé que parecía como si le gustara ir caminando alegremente hacia un precipicio. Vale que se quisiera suicidar empresarialmente, pero debía ser menos egoísta y pensar en todas las personas y entidades que comían del proyecto, ya fueran empleados, proveedores… Ayer, en la página de Facebook “Yo soy de la UNAM y tú no”, se publicó una viñeta titulada "El Arte de la Procrastinación”, imagen que me tomo la libertad de dejarte al principio del post y cuya autoría desconozco. ¡Hete! Eso es lo que le pasa a mi empresario. Pensé.
Según la Biblioteca Global Virtual[1], la procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición, es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables. Se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso) o intelectual.
El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro sine die idealizado, en que lo importante es supeditado a lo urgente. En fin. Si puedes, disfruta de un reparador fin de semana. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: sipa en pixabay.
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[1] Real Academia Española.