sábado, 29 de septiembre de 2007

¡Ponte el cinturón!

Fuente de la imagen: Couleur en pixabay
Desde que con diecisiete años, a finales de un septiembre lluvioso, apresuradamente cogí un vuelo Vitoria-Málaga, para poder matricularme en la universidad, me han pasado cosas en los aeropuertos y en los aviones que espero contar algún día a mi descendencia. La última fue ayer. Tuve que viajar a Madrid a impartir un seminario sobre la reforma contable y el nuevo plan general de contabilidad a un grupo de directivos y consultores del Grupo Shebel.

A primera hora de la mañana, me dispongo a prepararme para pasar el necesario control de acceso a la Terminal de carga, quitándome la chaqueta y resto de complementos lógicos (reloj, anillo, etc.). Siempre se me olvida el cinturón (correa, en rondeño castizo). La cordial agente me lo recordó. Resulta que, aunque estoy con unos kilos más que al principio del verano, disfruto de unos kilos menos que en el año 2005, cuando me compré el pantalón verde, elegido para la ocasión.

Me quito el cinturón y lo pongo en la bandeja. Me dirijo hacia el arco de seguridad, pero me cuesta mover las piernas. Miro al suelo y ¡Tierra, trágame! El pantalón se me había caído. Levanto la cabeza y percibo las sonrisas de los transeúntes y los funcionarios. La agente también. Todo esto transcurre durante cerca de un minuto, diría. Para mí fue eterno. Bueno, lo pasé mal en ese instante pero, al menos, hice sonreír a algunas personas. Cuando por fin salgo del trance, me doy cuenta del show y no se me ocurre otra cosa que tararear la que dicen es una de las canciones del verano: ¡Ponte el cinturón!

Finalmente, al cruzar el aeropuerto de Madrid, en busca de la lejana salida, dejo a los ojos pasear por el nutrido y colorido hormigueo, personas que pululaban por allí, posándose un instante en una sentada figura blanca, dándome cuenta que también me estaba observando. Cuando mi cerebro registra y analiza la situación, descubre que era mi admirado deportista Nadal y, en vez de dar la orden a mis pasos para saludarlo, decide que los ojos cambien de orientación y el cuerpo se monte en la cinta transportadora, cuya velocidad me recordó a Fernando Alonso y el reto de este fin de semana en Japón. En fin, las cosas de la vida. Dejo este vídeo, subido a You Tube zrodriguez008 (Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Couleur en pixabay.