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Parece que en el año 2006 se ha descubierto que la adquisición y el alquiler de vehículos de alta gama (incluidas embarcaciones y aeronaves), la comercialización del gasóleo, las importaciones de mercancías de países asiáticos (en especial China), la construcción y promoción de viviendas, etc. son parcelas de riesgo de fraude fiscal, contra el que es necesario luchar el año que viene, cuando es vox populi el presunto saco sin fondo de estafa que esos epígrafes han ido atiborrando durante años. La Administración Pública debería utilizar, de una vez por todas, en sus previsiones presupuestarias el susodicho 20/80, es decir, aplicar el 80% de sus recursos al 20% de las cabeceras fiscales que generan esos potenciales fraudes mayúsculos.
Y aunque suene a comentario recurrente o popular, hay que decir que el currito de a pie (autónomo, pequeña empresa, profesional independiente, trabajador por cuenta ajena) sigue padeciendo año tras año la furia desatada del funcionario de turno que, impotente ante las barreras invisibles que le ponen para luchar contra el verdadero escamoteo y desfalco, se desahoga celosamente con el débil y sufridor 80% restante. (Imagen incorporada posteriormente.Fuente: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Achatnia en pixabay.